lunes, 30 de diciembre de 2013

Los Colores de la Selva

Por: Adriana Nolasco Falashi. Escritora y Pintora. Córdoba, Argentina. Marzo 2012


Colonia Tibuyana
El relato de las obras de Nelson Ortega Toscano* expresan sus vivencias en la selva del Catatumbo por que el nación en un pueblo llamado Tibú, en la frontera con Venezuela.

Una obra de arte es un signo, es decir un lugar de interpretación de significados a descubrir porque Nelson inventa lugares lugares fantásticos que salen de la realidad, y la creación que provoca en el espectador, es la de encontrarse a simple vista con un abstracto, como lo expresa el artista pero al instante se corre el velo del misterio y se descubren los paisajes que nos brinda, de una naturaleza rica en fauna y flora desconocida para quienes somos citadinos. Así nos sorprende el pintor con la inmensidad de la belleza que transmite su obra.

El arte es síntoma de su tiempo, del espíritu del tiempo, y en Ortega Toscano el tiempo se evidencia, en un tiempo en el que todo florece, la primavera, y en el que todo es vida y todo madura, el verano... lo vemos en las flores exóticas, colibríes cuyo vuelo queda plasmado en la tela, papagayos y mariposas de colores cálidos y vibrantes, en las aguas cristalinas que fluyen en los tranquilos ríos, hermanos del amazonas y en los peces multicolores de las aguas caribeñas.

Son obras significantes, soportes de múltiples interpretaciones, las del propio artista, que crea un universo de ficción, las del espectador que vivencia el paisaje presentado, las del crítico de arte que indudablemente hablara de la teoría del color y la composición que se manifiesta en las pinturas, en un libre juego de encuentros semánticos que producen una rica y vasta polisemia que hablara de la trascendencia de la obra.

Si bien las obras de arte no tienen una finalidad intrínseca, no son un medio, pero si son modos de descubrir los mundos posibles creados por el pintor, que nos convocan a los espectadores a comprender los motivos que han llevado al artista a realizarlos, porque es la esencia de su ser en el mundo, sus raíces pueblerinas. Pero para Heldegger, el fin supremo de una obra de arte es develar la esencia de las cosas, es decir, abrir un enorme campo de develamientos, por lo tanto, esas obras reconducen al espectador directamente a reflexionar sobre las ideas y esencias en un plano de develamiento de la verdad, que los encumbra a las alturas de la reflexión filosófica y poética.

La obra de Nelson Ortega Toscano nos remite a las vicisitudes de un hombre de la selva que busca su esencia romántica, en sus pinceladas infinitas, en su recogimiento al momento de enfrentar la tela en blanco, su razón de vivir, su ser en el mundo, porque nació genio, y en sus creaciones nos presenta los misterios de su tierra.....Colombia. 



*Nelson Ortega Toscano, nació el 11 de marzo de 1963 en Tibú, Norte de Santander. Región selvática del Catatumbo en la frontera con Venezuela, de donde es originaria la tribu asiática Motilón Barí. Hijo de Ramón Ortega Parra de profesión Ebanista; y María del Carmen Toscano. Siendo el 5° de 7 hijos realizó sus estudios primarios en la ESCUELA INTEGRADA PUEBLO NUEVO – TIBÚ; con el “profesor Barrera” quien fue su profesor durante casi toda la primaria. En Tibú vivió toda su infancia hasta sus once años cuando su familia se desplazó a Cúcuta y allí realizó sus estudios secundarios en el INEM como Bachiller industrial de la modalidad electricidad. Cursó 4 semestres de licenciatura Básica con énfasis en educación artística en los comienzos de la Universidad de Pamplona en el municipio Los Patios en 1998. Luego se trasladó a vivir en Bogotá con su familia en el año 2.000 dedicándose al arte, exposiciones, y a la formación de talentos en su propio taller- estudio. En la Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, realizó estudios de fotografía, vídeo, sonido y redes.